La cartera de proyectos de litio que la Argentina tiene en distintas etapas de exploración y construcción permite al sector asegurar que en pocos años podrá desplazar a Chile como tercer exportador global, y consolidarse como proveedor del carbonato de litio para luego intentar mayor industrialización y formar parte de la cadena de valor global.

El seminario internacional Litio en Sudamérica que se realizó en la ciudad de Salta permitió a los principales actores de la industria analizar el contexto geopolítico en el cual Argentina busca insertarse como jugador de peso, en un mercado que promete romper la actual hegemonía y balancearse antes de finalizada la década.

Según informó Télam, actualmente, se estima que China participa del 80% del proceso de refinado global de litio, el 70 % de la manufactura de celdas para baterías y el 60% de las ventas de autos eléctricos, ante lo cual países encabezados por Estados Unidos y la Unión Europea buscan con millonario financiamiento y subsidios romper ese poder y atraer los distintos eslabones de las cadenas de valor.

Patricia Vásquez, Analista Global del The Wilson Center, señaló en uno de los paneles del seminario que “en el caso de las materias primas, los mercados con capacidad industrial buscan alianzas estratégicas con los países productores para garantizar el suministro crítico, como en Argentina y Chile, con altos niveles de sostenibilidad y de garantía de abastecimiento”.

“En esa perspectiva, el mercado de América del Sur será impactado directamente por nuevas oportunidades y desafíos”, opinó la analista para agregar que “se estima que la demanda actual se incrementará 12 veces al 2040, y cada vez con una mayor participación y control de la cadena de valor por parte de las automotrices”.

En en ese mismo análisis del contexto global, Daniel Jiménez, director de la consultora especializada iLi Markets, consideró que en litio “el tema geopolítico está sobreexplotado” al entender que “en la práctica Occidente está asustado por creerse en una posición de debilidad, básicamente porque China demostró ser muy buena produciendo baterías”.

“El problema no es no tener litio en un mercado que hoy Australia y Chile tienen el 70% de la oferta, sino saber producir baterías en algo que potencias industriales como Japón, Corea y China sacan cada vez ventajas mayores respecto al resto del mundo”, agregó.

En ese escenario, Jiménez afirmó que “Argentina es lo que es por lo que se viene haciendo hace 15 años de exploración y desarrollo de proyectos y el apoyo desde el punto de vista gubernamental. A mí me da pena Chile hoy mientras Argentina está haciendo todo lo que tiene que hacer y por eso va a tener su lugar en los próximos años junto a países de África y Brasil, que se van a convertir en potencias importantes”.

Jimenez coincidió con otros actores que pasaron por el evento en señalar que el actual casi oligopolio del suministro se diversificará hacia fines de la década con el surgimiento de nuevos polos de extracción de litio, e indicó que por “el gran incremento de producción que se anticipa en la Argentina, antes del 2030, va a ser del tamaño de Chile”.

 

 

La exploración que comenzó una década atrás en el país es lo que permite hoy contar con una cartera de proyectos que avanza en las distintas etapas de exploración, factibilidad, construcción y producción, con un encadenamiento de ingresos en producción en los próximos tres años que permitirá multiplicar las exportaciones.

Estimaciones oficiales y del sector empresarial, señalan que en las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy hay inversiones comprometidas por 6.000 de dólares a 7.000 millones de dólares para los próximos cinco años, y se estima que este año podrá alcanzar los 1.000 millones de dólares sólo en exportación de litio, casi el 25% del total de la cartera minera.

Para Ignacio Celorrio, presidente para Latinoamérica de Lithium Americas, el debate estratégico debe ser “tomado con mucho cuidado por la Argentina en una industria muy incipiente, pero la capacidad de producción actual es un potencial”.

“Hay que aprovechar esta oportunidad que viene por acierto de muchos años de exploración y que hoy permite al país estar en una situación que a otros países va a llevar mucho tiempo alcanzar”, agregó.

Aún con esta ventaja Celorrio consideró que “Argentina compite consigo misma: Es el momento de apurar porque para ser un país que pueda sentarse en la mesa geopolítica del litio va a tener que poner producción en la mesa y va a tener que probar que es un proveedor confiable por sobre mercados que informan un montón de recursos y no mueven el dial en nada”.

Agregó que en esta industria el camino es “crecer, fortalecerse y establecerse para dar los frutos lo antes posible porque va a tener un pico limitado por el reciclaje de baterías y porque es un producto de cadena de valor que si no es rentable en el auto eléctrico otras tecnologías van a buscar ese lugar”, de allí que “es importante que no se mantenga a precios muy elevados para ser apetecible en la cadena”.

También Guillermo Caló, Director General de Rio Tinto, coincidió en que “Argentina tiene un rol importante en la próxima década a pesar de todas las complicaciones macro y dificultades de inversión” y consieró que “un contexto de mayor beneficio a los proyectos sería un cambio significativo no sólo en litio sino también en minerales estratégicos para la transición como el cobre, el cobalto, el níquel y  otros materiales fundamentales”.

Caló anotó entre los desafíos que “además de las condiciones de facilitación de importaciones y exportaciones y el acceso a divisas que pueden generar atrasos en alguno de los proyectos, es necesario robustecer y equiparar estándares con los mercados de Estados Unidos y Europa y lograr como industria el bagaje corporativo para todas las operaciones que permita maximizar las oportunidades”.

El director de Rio Tinto también mencionó la existencia de una ventana de pocos años en la cual “el reciclaje de baterías tendrá un rol significativo -con China avanzando por delante- que va a equilibrar la demanda, va a tirar los precios más abajo y va a estabilizar los valores de producción”, por lo que es necesario “contar con incentivos para no perder lugar en esa cadena y no perder una competitividad estratégica”.