La Unión Europea (UE) firmó un acuerdo con Chile para obtener litio y cobre, dos materias primas esenciales para la transición energética, a cambio de promover esa industria de la que el país trasandino es el segundo productor mundial.
El litio, conocido como “oro blanco”, es clave para la fabricación de vehículos eléctricos y se estima que Chile tiene las terceras mayores reservas del mundo, detrás de Bolivia y Argentina.
El protocolo fue firmado por el comisario europeo de Mercado Interno, Thierry Breton, y el canciller chileno, Alberto van Klaveren, en presencia del presidente chileno, Gabriel Boric, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, informó la agencia de noticias AFP.
El acuerdo fue concluido al margen de la cumbre de dos días entre la UE y los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que comenzó el lunes en Bruselas.
Uno de los principales ejes del acuerdo es la cooperación en materia de investigación e innovación a lo largo de la cadena de valor de las materias primas y la minimización de la huella medioambiental y climática.
El pacto persigue desarrollar una industria competitiva y sostenible para el procesamiento de materias primas y valor agregado local en el sector minero, además de crear empleo de calidad y un crecimiento económico sostenible e incluyente, en beneficio mutuo de ambas partes, según la agencia de noticias Europa Press.
De este modo, la UE se beneficiará de un refuerzo de las relaciones en lo que respecta a la obtención de materias primas críticas estratégicas para la transición ecológica que le permitirán diversificar sus fuentes para huir de la dependencia de China, al tiempo que Chile recibe inversiones europeas para dar un impulso a su economía.
El litio es clave en el objetivo de varios países de alejarse de los combustibles fósiles ante la crisis climática, con el uso de automóviles eléctricos, cuyas baterías son fabricadas con este metal.
A finales de abril, el mandatario chileno anunció una estrategia nacional para el litio con un eje central en dar un rol más preponderante al Estado, pero con la posibilidad de establecer alianzas público-privadas.
La extracción de este metal en el salar de Atacama, en el árido desierto del norte de Chile, no está exenta de polémicas, ya que varias comunidades indígenas manifestaron preocupación por el impacto ambiental.