El buque BGP Prospector, bajo contrato con Equinor, ha llegado a las cercanías del Puerto de Buenos Aires y se prevé que se dirija hacia el bloque CAN-100 para comenzar con la exploración sísmica, que podría extenderse entre 100 y 150 días y que se desarrollarán sin interrupción durante las 24 horas del día.

La embarcación de 100 metros de longitud y 24 metros de ancho, con bandera de las Bahamas, utilizará cables robustos denominados “streamers” para capturar datos sísmicos del subsuelo, que luego serán procesados por expertos en geociencias con el objetivo de identificar áreas propensas a contener reservas de petróleo.

Equinor ha planeado abastecer periódicamente al buque sísmico durante su operación en la licencia, con aproximadamente una frecuencia de dos o tres semanas, mediante un buque de suministro en el Puerto de Mar del Plata, encargado de cargar combustible, alimentos, equipos y personal adicional.

Hay que recordar que BGP Prospector había atracado en el puerto de Montevideo en noviembre pasado, retirándose posteriormente debido a problemas legales que obstaculizaban la exploración en la Cuenca Argentina Norte. Para finalizar el contrato, las compañías pagaron una suma de US$ 6 millones por la disponibilidad del buque, además de una multa asociada.

De acuerdo con los estudios preliminares de YPF, existe la posibilidad de un yacimiento capaz de producir hasta 200 mil barriles de petróleo al día, lo que equivale a cerca del 40% de la producción actual del país.

La recolección de datos sísmicos en el mar requiere buques especialmente diseñados y equipados con tecnología avanzada. BGP Prospector se desplaza a una velocidad reducida, inferior a 5 nudos, mientras arrastra una matriz de streamers que puede cubrir hasta dos kilómetros de ancho y diez de longitud, albergando sensores encargados de captar datos sísmicos del subsuelo.

Para recopilar estos datos, se emiten breves ráfagas de aire comprimido desde una fuente de sonido hacia el agua y el lecho marino, con intervalos de cinco a quince segundos. Estas ondas sonoras de baja frecuencia atraviesan el agua, el fondo marino y las capas subterráneas, reflejándose luego en la superficie del mar, donde son registradas por los sensores.

El tiempo total de emisión de sonido constituye menos del 5% del tiempo total del relevamiento. Una vez en tierra, los geocientíficos procesan e interpretan los datos adquiridos durante el relevamiento para identificar áreas propicias para la presencia de petróleo y gas. Para garantizar la seguridad, se despliegan buques de apoyo durante las operaciones para alertar a otras embarcaciones sobre la actividad de relevamiento en curso.