El informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) determinó que el uso del carbón, una de las fuentes de energía más contaminantes, marcó un récord histórico en 2022 y se espera que este año siga cerca de esos niveles.
El consumo de carbón creció 3,3% en 2022, llegando a los 8.300 millones de toneladas, un récord histórico.
Esta cifra se traduce en una producción de 10.400 terrawatts hora, cifra que equivale al 36% de toda la generación eléctrica del planeta.
Asía, liderada por China e India, fue la principal responsable del incremento de su utilización, que compensó las caídas registradas en Estados Unidos y Europa. De hecho, China, India y los países surasiáticos representarán este año 3 de cada 4 toneladas de carbón consumidas en el mundo.
Mientras que China e India representaban en 2021 dos tercios del consumo global -es decir, consumían el doble que el resto del mundo-, en 2023 lo harán en un 70%.
Para este año espera que el nivel mundial de uso del carbón se sitúe en niveles similares: si bien se estima que habrá una reducción en su aplicación para la generación eléctrica, el reporte proyecta que habrá un alza en el consumo industrial.
En Europa, la AIE proyecta que el consumo de carbón se seguirá reduciendo este año, de la mano de la expansión de las energías renovables y la recuperación en las fuentes nucleares e hidroeléctricas; mientras que, en Estados Unidos, el abandono de esta fuente se verá acentuado por los menores precios del gas natural.
Tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, la demanda de carbón cayó más de lo esperado con mermas del 24% y del 16%, respectivamente, en la primera mitad del año; mientras que en China e India creció 5%.
Ambas regiones pasaron de representar el 40% del uso mundial del carbón hace tres décadas a menos del 10% durante este jueves.
Las tendencias en el consumo son similares a la de la producción: China, India e Indonesia, los tres países líderes, produjeron en 2022 una cantidad récord.
En marzo último, China e India superaron su récord histórico mensual de producción, superando los 400 millones de toneladas y los 100 millones, respectivamente; mientras que, en ese mismo mes, Indonesia exportó 50 millones de toneladas, un nivel que nunca antes alcanzó un solo país.
“El carbón es la principal fuente de emisiones de dióxido de carbono del sector energético, y en Europa y Estados Unidos, el crecimiento de la energía limpia puso al carbón en una caída estructural”, explicó el director de Mercados y Seguridad Energética de la AIE, Keisuke Sadamori.
En Asia “la demanda continúa alta”, incluso pese a que “muchas de estas economías incrementaron significativamente el recurso a fuentes renovables”.
“Necesitamos mayores esfuerzos de políticas e inversiones, sostenidas por una cooperación internacional más fuerte, para empujar una suba masiva del uso de la energía limpia y en la eficiencia para reducir la demanda de carbón en economías donde las necesidades de energía están creciendo fuertemente”, agregó.
Además de dióxido de carbono, la combustión del carbón libera dióxido de sulfuro, óxidos de nitrógeno, y gases de mercurio y otros metales pesados, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA).
En el caso de Argentina, hay pocas centrales térmicas que funcionan en base de carbón, incluyendo una ubicada en San Nicolás, operada por AES y que prevé su abandono como fuente en 2026, y la Central Termoeléctrica 14 Mineros en Santa Cruz, a cargo de Yacimiento Carbonífero Río Turbio (YCRT).
En lo que respecta a los precios, tras la fuerte volatilidad y valores altos del año pasado, el carbón volvió en la primera mitad de estos años a los mismos valores de mediados de 2021, gracias a su amplia disponibilidad.
Esta tendencia a la baja hizo que el carbón se vuelva más atractivo para algunos compradores al ser relativamente más económico del gas en diversas partes del mundo: la AIE proyecta que el comercio mundial del mismo supere el récord de 1.300 millones de toneladas de 2019.