En abril de este año se aprobó la implementación del segundo Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático (PNAMCC). El programa establece las acciones necesarias para avanzar en la descarbonización del sector energético como horizonte a largo plazo.

“La transición energética, motorizada por la demanda de acción climática, debe ser justa, asequible y sostenible, siendo ésta una de las líneas estratégicas del Plan Nacional”, subraya el informe que entregó el Gobierno nacional a la Cámara de Diputados de la Nación.

“La dimensión clave para que la transición energética sea exitosa es que logre ser sostenible en el tiempo, tanto en materia social, como ambiental, tecnológica, económica y financiera”, afirma el documento.

En este sentido, el Gobierno nacional consideró que para que el proceso de descarbonización de la matriz energética argentina se lleve adelante de una forma virtuosa y sostenible en el tiempo, debe basarse en las capacidades tecnológicas y productivas del país, considerando sus posibilidades macroeconómicas, sus recursos energéticos y su contexto social, promoviendo la participación de las provincias y los actores locales en el proceso.

Asimismo, establece que la transición energética debe ser un proceso justo que garantice el acceso a energía a un precio asequible y a costos competitivos, priorizando las políticas activas en materia de ahorro y eficiencia energética.

“La transición se presenta como una oportunidad para impulsar el desarrollo local -mediante el desarrollo de nuevas industrias, empleos y cadenas de valor que promuevan una matriz energética abastecedora de energía segura, asequible y competitiva”, destaca el informe.

“Los combustibles fósiles, recurso energético de abundancia en el país y para los cuales Argentina cuenta con capacidades históricas para su explotación, resultan de particular importancia. Su utilización se deberá realizar de forma tal que puedan ser efectivamente promotores de la transición paralela a otras fuentes de energía”, sostiene el texto.

Es por ello que el Plan Nacional presenta 7 líneas de acción con 34 medidas que impactarán en todos los sectores de la energía y la industria para la descarbonización de la actividad:

  1. Desarrollar capacidades tecnológicas nacionales: Se busca fomentar la producción de equipamiento de energías renovables y la demanda interna a través de incentivos para incorporar las renovables a instalaciones de industrias y comercios.
  2. Eficiencia energética: Por ejemplo, en la generación de centrales termoeléctricas mediante cogeneración o promoviendo tecnologías que permitan reducir emisiones de metano en operaciones de exploración, producción y procesamiento de hidrocarburos.
  3. Energía limpia en emisiones de gases efecto invernadero: Busca potenciar la generación nuclear, la adopción de biocombustibles, el biogás para uso final en el transporte o el aprovechamiento de manera sostenible de la biomasa residual del sector agropecuario y agroindustrial.
  4. Estrategia nacional para el desarrollo del hidrógeno: busca impulsar acciones que van desde el desarrollo de un marco normativo hasta la identificación y el fortalecimiento de líneas de investigación.
  5. Gasificación: busca promover el uso de gas en reemplazo de combustibles fósiles con mayores niveles de emisión en centrales de generación eléctrica, en el transporte y en la industria.
  6. Resiliencia del sistema energético: busca expandir el sistema de transmisión eléctrica, fortalecer las redes de distribución y aumentar el acceso seguro a energía en poblaciones rurales y barrios populares.
  7. Planificación y monitoreo del desarrollo energético: busca promover la participación activa de las provincias, apuntando a una equidad territorial con perspectiva de género