Las diversas modalidades de transporte que utilizan combustible, en el que se contempla también la industria naviera, generan impacto en el medioambiente, en el cambio climático y sus consecuencias.
Para mitigar esta situación es que existen sistemas que imponen normas medioambientales con el objetivo de proteger la biodiversidad y ecosistemas marinos. Incluso en Argentina hay varios decretos destinados a conservar áreas protegidas.
La combinación de regulaciones, la demanda de las empresas de cadenas de suministro sostenibles y la presión de los fabricantes han llevado a la implementación de productos y servicios sustentables. En el caso de los lubricantes se amoldaron con tecnologías que acompañan esta tendencia.
Las hélices de paso controlable, propulsores, cojinetes de hélice y cápsulas de propulsión son algunos de los equipos a bordo cuyos sellos o superficies tienen potencial de liberar aceite al agua, por ello es que hay que poner especial consideración a qué lubricantes se utilizan. Y en este sentido, los ambientalmente aceptables son los más adecuados disponibles hoy en el mercado.
Ahora bien, ¿qué significa y qué requerimientos debe cumplir un lubricante para que sea Ambientalmente Aceptable?
Para clarificar varios de los conceptos, así como también para asesorar sobre procesos y buenas prácticas, la marca de lubricantes MobilTM detalla algunos puntos que son de utilidad para quienes están a cargo de estas tareas en los buques.
Las certificaciones internacionales establecen que, para ser clasificados como lubricantes ambientalmente aceptables, deben basarse en tres criterios: biodegradables, mínimamente tóxicos y no bioacumulativos.
- Biodegradable: el lubricante debe cumplir con un mínimo de 60 % de biodegradación a un plazo de 28 días al 90 % de una formulación de aceite o al 75 % de una formulación de grasa lubricante.
- Mínimamente tóxico: bajos niveles de toxicidad. El lubricante debe pasar las pruebas de toxicidad aguda de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) 201, 202 y 203, o OCDE 210 y OCDE 211.
- No bioacumulativo: no contiene sustancias que los organismos vivos no puedan eliminar. Es decir, para calificar como no bioacumulativa, una sustancia no debe ser capaz de se acumulan a niveles tóxicos.
Para cumplir con estas normas, se pueden utilizar varios aceites base, entre los que se encuentran los Polialquilenglicol, Triglicéridos y Ésteres sintéticos. Sin embargo, son estos últimos (los ésteres sintéticos) los que son más eficaces, dado que funcionan bien en una amplia gama de temperaturas, tienen un alto índice de viscosidad, buena lubricación, proporcionan una excelente protección anticorrosión y tienen una alta estabilidad oxidativa. Ofrecen, además, una excelente biodegradabilidad y pueden tener una buena estabilidad hidrolítica dependiendo del éster.
Al momento que cada buque determina qué aceite usar, deben considerar los lubricantes que son más adecuados para la aplicación y pueden ayudar a mejorar la eficiencia de la operación. Asimismo, entre otros puntos a tener en cuenta es que si deciden migrar de un aceite mineral a uno ambientalmente aceptable, es esencial que el proceso de transición sea lo más fácil posible de gestionar. Los operadores de embarcaciones querrán evitar la necesidad de lavado con solvente y al mismo tiempo garantizar que su nuevo lubricante esté a la altura del trabajo.
También se les recomienda que seleccionen los lubricantes más adecuados para cada tarea. Esto no sólo garantizará un funcionamiento óptimo; sino que además puede ayudar a mantener el rendimiento del lubricante, reduciendo costos de mantenimiento y aumentando la eficiencia general.
Por último, otras de las recomendaciones para embarcaciones es el mantenimiento y análisis del aceite usado, porque reducirá los costos de mantenimiento, disminuirá el consumo/desperdicio de lubricante y mejorará la confiabilidad del equipo. Este análisis simplifica los procesos y da una guía clara que ayuda a los operadores a identificar situaciones antes de que se conviertan en problemas.