El mundo comenzó a transitar un camino para bajar las emisiones de carbono. La industria energética migra hacia un mix entre renovables y no renovables donde las energías limpias comienzan a ganar protagonismo. Bajo ese escenario, el hidrógeno está llamado a ser el combustible del futuro, pero las dudas están puestas sobre el uso del agua.
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), se necesitan aproximadamente 9 litros de agua para producir un kilogramo de hidrógeno verde a través de electrólisis.
En tanto, para producir un kilo de hidrógeno azul, que se produce a partir de gas natural con la captura y almacenamiento de carbono (CCUS), la cantidad de agua utilizada puede ser mayor debido a las necesidades adicionales de refrigeración y procesamiento en las plantas que emplean esta tecnología.
Otro punto que señala IEA es que, a medida que la producción de hidrógeno crece, es crucial gestionar adecuadamente el uso del agua, especialmente en regiones con estrés hídrico. “A largo plazo, las políticas deben enfocarse en minimizar el impacto ambiental, no solo en términos de emisiones de dióxido de carbono, sino también en el uso sostenible de recursos hídricos”, subraya la agencia.
“Pedir prestada el agua”
En la Patagonia saben que deben utilizar el agua de forma inteligente. La época de derroche quedó en el pasado y la industria energética trabaja en base a la eficiencia. Una de esas premisas consiste en buscar la manera de producir hidrógeno, pero devolver el recurso a la sociedad.
La alternativa que se baraja en la Cuenca del Golfo San Jorge es desalinizar el agua del mar. El primer paso ya fue dado en Comodoro Rivadavia. El concejal Ezequiel Cufré, presentó un proyecto para declarar de interés municipal y legislativo un estudio de factibilidad para la instalación de una planta desalinizadora de agua de mar.
La iniciativa tiene como objetivo fortalecer el abastecimiento de agua potable, pero también podrá ser una herramienta para la posible instalación de plantas de hidrógeno en la región.
Instalar la industria en la Patagonia
La asociación civil Transición Energética Sostenible (TES) trabaja para que los proyectos de hidrógeno verde sean una realidad en el país. El combustible del futuro puede ayudar a descarbonizar la economía, pero para ello hay que crear una industria que ayude a su desarrollo.
Si bien todavía falta una Ley de Hidrógeno, el interés de la Unión Europea por el potencial de los vientos de la Patagonia genera una oportunidad única para diversificar la matriz productiva.
Los grandes consumidores comienzan a ponerle restricciones a las importaciones que fueron producidas generando emisiones de carbono, por lo que se estima que la demanda internacional de hidrógeno de cara al 2035 será de 210 millones de toneladas. La región patagónica tiene una gran oportunidad para satisfacer la energía que demandará el mundo ya que, según estudio de TES, si se utiliza el 2,52% de la superficie de la región se puede llegar a proveer el 0,9% de la demanda global.
En Chubut ya se habla de crear dos hubs: norte (Puerto Madryn, Rawson y Trelew) y sur (Comodoro Rivadavia). La idea es dar respuesta a la demanda que requerirá la economía del hidrógeno con dos puertos de exportación. Los actores de la industria dicen que lo único que falta es que el Gobierno provincial adopte una estrategia integral.
A tiempo
Tal como sucede con el gas natural licuado (GNL), la logística es la gran desventaja que tendría el hidrógeno argentino frente a los demás proyectos del mundo. Sin embargo, los vientos de clase mundial permiten planificar que ese obstáculo puede ser compensado gracias al objetivo de ser cada vez más eficientes.
La carrera por el hidrógeno verde ya ha comenzado. Chile, Uruguay y Brasil ya largaron, pero en la industria energética consideran que el país todavía está a tiempo de alcanzarlos y superarlos. “Si Argentina tiene constancia en los proyectos, en dos años puede recuperar terreno”, consideraron desde TES.
La meta pasa por convencer a las autoridades que el momento de actuar es ahora y conformar una agenda que permita conectar la demanda de Europa con el potencial de la Patagonia.